jueves, 25 de febrero de 2016

Diego Velázquez

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.

Sevilla (1599) – Madrid (1660)

Barroco español.

Diego Velázquez, considerado uno de los pintores más magníficos, no solo del barroco, sino de todos los tiempos, comenzó su formación como pintor muy joven, a la edad de 11 años en el taller de Francisco Pacheco. Sus increíbles dotes pictóricas permitieron que se le diese el título de pintor en 1617. Velázquez se casó con Juana, la hija de su maestro Francisco, y fue entonces cuando comenzó su Etapa Sevillana. Su principal fuente de inspiración fue el naturalismo tenebrista de Caravaggio y también algunos pintores flamencos. De esta etapa tenemos cuadros como la Vieja Friendo Huevos (1618) o la Adoración de los Reyes (1619).

El hecho de casarse con la hija de su maestro y contraer amistad con el Conde Duque de Olivares le permitió abrirse paso entre grandes nobles, y fue este último el que le recomendó al rey Felipe IV a Velázquez como retratista al morir su pintor personal. En ese momento el rey, maravillado por sus dotes artísticas le contrató como pintor de cámara y comenzó a posar solo para él, y esto le abrió completamente las puertas de la Corte. Su última obra tenebrista fue un encargo de Felipe IV, los Borrachos o Triunfo de Baco (1629)



Fue en 1629 cuando animado por Peter Paul Rubens (al que tomó como ejemplo durante su estancia en España) viajó a Italia. Durante este viaje su obra sufrió un gran cambio; abandonó definitivamente el tenebrismo y comenzó a darle ligereza y una perspectiva aérea a sus cuadros. Durante este viaje pintó obras como la Fragua de Vulcano o la Túnica de José (ambas en 1630).



A la vuelta de Velázquez a España, el Conde Duque de Olivares le encargó la decoración del Palacio del Buen Retiro. Trabajó entonces con Zurbarán, y realizó cuadros como el de la Rendición de Breda.

En 1649 realiza su segundo viaje a Italia para comprar cuadros por encargo del monarca, pero esta vez es diferente. Ya no va como un pintor inexperto, sino como todo un maestro con gran prestigio. Durante este viaje retrató al Papa Inocencio X.
En 1651 regresó a Madrid, llamado por el rey para decorar el Alcázar, y es entonces cuando pinta sus últimas obras, como las Meninas o las Hilanderas.

Una de las características de su obra era que pintaba bufones, gente discapacitada, pícaros o vagabundos pero no con intención de mofa, sino todo lo contrario. Velázquez pintó estos cuadros como signo de la poca compasión y el distanciamiento existente por parte de la aristocracia hacia los problemas sociales de la época. 

Finalmente, falleció en 1659, a los 61 años de edad.

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