domingo, 13 de marzo de 2016

Soneto XIII - Apolo y Dafne

Hoy os traigo uno de los sonetos de Garcilaso de la Vega (1501 - 1536), inspirado en la historia de Apolo y Dafne.

Espero que os guste.

A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;

  de áspera corteza se cubrían                  
los tiernos miembros que aun bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

  Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía               
este árbol, que con lágrimas regaba.

  ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
 
 

sábado, 5 de marzo de 2016

El rapto de Proserpina - mito

Hoy os voy a contar el mito que se esconde detrás de mi escultura favorita, "El rapto de Proserpina" de Gian Lorenzo Bernini (1621 -1622, Barroco)

Proserpina/Perséfone era la bella hija de Deméter, la diosa de la fertilidad y la tierra, y de Zeus, rey de los Dioses. Cierto día, Afrodita mandó a su hijo Cupido a que le lanzase una flecha de amor a Hades, rey del inframundo, haciendo que se enamorase de Perséfone. Ella estaba en Sicilia, en el lago Pergusa, jugando con algunas de sus ninfas, cuando Hades surgió del volcán Etna y la raptó para casarse con ella. Hades era su tío, pues Zeus y Ceres eran sus hermanos.

Así fue como Perséfone se convirtió en la reina del Hades.


A raiz de este mito surgen dos más, en los cuales las nifas que jugueteaban con ella en el lago fueron convertidas en sirenas (en la versión de mujeres aladas) para ir a buscarla, o bien como castigo por parte de su madre por no haber impedido el rapto.

Ceres, que no encontraba a su hija, desatendió sus labores como diosa de la tierra y comenzó a vagar por el mundo para buscarla, dando pie al primer invierno. Cuando finalmente la encontró, esta ya había probado el grano de una granada (símbolo de fertilidad, fidelidad matrimonial y muerte) por lo que no podía abandonar el inframundo, ya que quién lo comiese quedaría atado al Hades de por vida.

Su madre acudió a Zeus, que llegó a un acuerdo con Hades ya que la situación era insostenible y convenieron que la joven pasaría una parte del año con él, y lo restante con su madre. Estas idas y venidas de Perséfone dieron lugar a las estaciones, ya que mientras la joven estaba en el inframundo, su madre se entristecía, y con ella la tierra, y cuando volvía a estar con ella, el mundo florecía.


jueves, 3 de marzo de 2016

Comentario del Moisés de Miguel Ángel.



Esta imagen escultórica se trata de Moisés, tallada por Miguel Ángel Buonarroti durante el Cinquecento Italiano, en 1515. Es una escultura exenta (aunque solo se puede observar frontalmente debido a la configuración del sepulcro), esculpida en mármol blanco de carrara y de un tamaño de 235 centímetros. Es la figura central en la tumba del Papa Julio II, que se encuentra en la iglesia de San Pedro in Víncoli (Roma). Pertenece al renacimiento y es un tema bíblico.
 Podemos ver a Moisés, en actitud sedente, sujetando con un brazo las tablas de los diez mandamientos y tocando su larga barba. De su cabeza surgen dos cuernos y sus vestimentas corresponden a las de un filósofo.

Esta escultura presenta una importante tensión dramática y un gran patetismo. Miguel Ángel jugó con su mirada fija, su rostro colérico, sus piernas (una adelantada y la otra retraída), la longitud de su barba, el juego de pliegues de su ropa y la potente fuerza muscular que irradia este profeta para transmitirnos el momento de más carga dramática de este personaje. La composición es cerrada, y se estructura en un eje vertical desde la cabeza hasta el pliegue que hay entre las piernas del profeta, y su figura queda enmarcada por dos líneas rectas verticales en sus extremos.


 Miguel Ángel sabía perfectamente como esculpir el cuerpo humano, y esto se hace visible en el exquisito tratamiento anatómico que posee esta escultura. Podemos apreciar los músculos bien definidos de sus extremidades en tensión, como si de un atleta se trataran a pesar de su avanzada edad y la rabia en sus ojos. Sus ropajes poseen un juego de pliegues que ayuda a representar la tensión y cierto movimiento.
 En conclusión, esta escultura posee un naturalismo asombroso, y junto a la luz que resbala por el mármol blanco, los pliegues (de gran naturalismo) crean un juego de luces y sombras otorgando a la figura un rotundo volumen.

El tema de esta escultura pertenece a un pasaje del Antiguo Testamento. Moisés regresa del monte Sinaí con las Tablas de la Ley y ve como los israelitas han abandonado el culto a Jehová adorando en su lugar a un Becerro de Oro. La escultura representa el momento en el que Moisés observa encolerizado la idolatría del pueblo de Israel hacia el becerro. Minutos después rompería las tablas de la ley en mil pedazos­.
Miguel Ángel era un maestro de la escultura, y entre sus influencias consta el grupo escultórico del Laooconte y sus hijos. Podemos observar una amplia influencia de este conjunto en algunas de las figuras de la Capilla Sixtina, en los dos esclavos de la tumba de Julio II, la escultura de San Mateo o en el Moisés. La influencia parece mayor si al ver las obras de Miguel Ángel sentimos estar mirando por una ventana al arte clásico.